Frank Rijkaard apuesta por las transiciones paulatinas, sin cambios estridentes. De ahí que el año pasado tardara varios duelos en alinear de inicio a Zambrotta o a Thuram; de ahí que ayer, en el equipo inicial, no estuvieran Abidal o Henry. Sí que jugó Touré, quizá con la intención de Rijkaard de recuperar los orígenes, de practicar ese fútbol que le ofreció Davids en su día y Márquez o Edmilson hace dos años. Jugaba entonces el Barça con fluidez, con una presión adelantada y una salida del balón desde atrás rápida y limpia. No así el año pasado, donde el conjunto azulgrana sufrió un martirio para cubrir el puesto del medio centro. Touré es el escogido para remediar la situación. Anoche, con un despliegue tremendo y unas zancadas vigorosas, se comió el centro del campo en las tareas defensivas.
Sin embargo, la defensa del Barcelona adoleció de los mismos problemas de antaño. Se atragantó con la pelota en los pies. Thuram y Oleguer son grandes marcadores, pero poco seguros a la hora de sacar el balón desde atrás. Cuando el Dundee adelantó sus líneas, el Barça se perdió. Oleguer dio un pase equivocado y Hunt tiró desviado; Thuram se la regaló al rival y Valdés evitó el gol en un mano a mano con Conway. El problema, sin embargo, se solucionó cuando los laterales subieron por las alas. Falta por ver si Gaby Milito -de fiesta porque disputó la Copa América- es el remedio. En ataque fue otra historia. Ezquerro probó dos veces al polaco Szamotuki, Iniesta hizo lo propio y Ronaldinho lanzó una falta al poste.
La aparición de Henry fue la nota refrescante. Salió al campo, recibió de espaldas a la portería, se amoldó el cuero y chutó a la media vuelta para que el balón saludara a la cruceta. Pero tampoco pudo participar mucho más en el juego colectivo. Como Abidal, que a ráfagas se destapó como un carrilero de insistentes subidas por el costado y buen centro con rosca. Aunque a Bojan y Giovani les faltaron centímetros para rematarlos, dejaron algunos detalles de calidad. Al mexicano le hicieron el penalti. Henry lo falló pero, atento, recogió el rechace para sellar el triunfo.
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