Fernando Alonso gana el GP de Europa a lo grande, a lo campeón, en la carrera más loca y disputada de la última década. En un GP con sol y agua torrencial, incluida una bandera roja, el "meteorito asturiano" ha pasado en las últimas vueltas a Massa para ganar. Hamilton acabó noveno.
Sólo faltaba la música del famoso humorista Benny Hill como telón de fondo a las primeras 4 vueltas del GP de Europa, en Nurburgring. El "Infierno Verde" fue más infierno que nunca, transformando su hipotética caldera humeante en una monumental tromba de agua, con goterones de "a litro", que sorprendió a los pilotos apenas 30 segundos después de darse la salida.
En cuanto el semáforo rojo se apagó ya nadie se acordaba del accidente del sábado de Lewis Hamilton, y de que éste había recibido permiso de los médicos para salir y lo hacía desde la décima plaza. En cuanto el rojo dio paso al verde Felipe Massa aceleró antes que nadie y rompió los sueños de Fernando Alonso de pasar a Kimi en la primera curva, devolviéndole a la realidad más absoluta. Así las cosas, Heidfeld tocaba a Kubica, su compañero de BMW, y formaba una pelotera que todos salvaron como pudieron. De golpe y porrazo Hamilton se ponía cuarto, pero en cuestión de milésimas dañó su neumático delantero derecho y se fue al fondo de la parrilla.
El agua caía de tal manera que en apenas segundos parecía que Noé iba a aparecer en cualquier momento. Sin completar la primera vuelta, todos intentaban mantenerse en pista para llegar a boxes y poner neumáticos de lluvia&hellip todos menos el debutante Winkelhock, que se lo olía y había salido con las gomas rayadas. A punto de entrar todos, la intensidad de la lluvia era tal&hellip ¡que Kimi Raikkonen se pasó de frenada y no pudo entrar a boxes! Massa vio el cielo abierto y se metió a cambiar las gomas, seguido de Alonso. Ambos hicieron bien el cambio y saltaron a pista tras el alemán de Spyker, que iba encantado liderando en su debut.
Pero estas primeras vueltas dantescas no habían terminado de regalar sorpresas, ya que el agua seguía cayendo incesante y se formó un charco tremendo en el final de recta, en el ángulo justo de la curva más cerrada, donde uno tras otro, Button, Sutil, Liuzzi, Hamilton y Speed volaron hacia la grava donde se quedaron "malaparcados" como si de un desguace de coches viejos se tratara. Alguno como Liuzzi voló literalmente, perdiendo la posición aerodinámica y pudiendo provocar una catástrofe increíble.
El colmo de los colmos, es que una grúa, "motu propio", de manera inexplicable, se metió en la grava y sin obedecer razones, cogió el McLaren de Hamilton y lo puso de nuevo en la pista, para que este pudiera seguir su camino.
El agua seguía cayendo a mares, y la locura no había terminado. Con Winkelhock como líder, la dirección de carrera decidió sacar la bandera roja y suspender momentáneamente la prueba porque el diluvio universal debió ser muy parecido a lo vivido en apenas tres minutos en el anillo de Nurburg. Massa y Alonso iban tras el coche naranja, mientras que Kimi había bajado al séptimo puesto y Hamilton era 17º y último, con cinco coches fuera de carrera ya.
En la reanudación, tras algo más de veinte minutos, al alemán de Spyker apenas le duró el liderato unas centenas de metros, porque Massa y Alonso se lanzaron hambrientos sobre una presa entregada, y a final de recta Winkelhock ya era historia. Poco antes, Hamilton había podido recuperar su vuelta perdida mientras el Safety estaba en pista.
La mayoría optó por neumáticos intermedios, pero hubo valientes que optaron por secos&hellip y en seguida se dieron cuenta de su error.
TRAS LAS PRIMERAS CUATRO VUELTAS...
Una vez reanudada la carrera la pista se secaba a marchas forzadas, y en apenas unas pocas vueltas de nuevo a pasar por boxes para cambiar ruedas.
Por delante, la "calmachicha" duró bastantes vueltas, aunque incluso a media carrera la dirección anunció lluvia, pero ésta, caprichosa, dijo que no iba a avisar, ni ahora, ni después. Felipe Massa, Fernando Alonso y Kimi Raikkonen rodaban en unos pocos segundos, copiándose los tiempos, con apenas diferencias entre ellos, aunque se veía que poco a poco los Ferrari eran más rápidos, distanciándose Massa, y acercándose más Raikkonen al McLaren del español.
Tras el primer paso por boxes, Alonso parece que cargó más gasolina, pero fue algo anecdótico, ya que Massa tenía más combustible en su depósito y a pesar de que Alonso estuvo más tiempo con la manguera puesta, apenas si igualó la carga de combustible que llevaba el brasileño de Ferrari.
El Ecuador de la carrera pasó sin pena ni gloria, los tres de delante manteniendo sus distancias y las miradas se centraba en Lewis Hamilton, que era dos o tres segundos por vuelta más rápido que los hombres que le precedían y los Trulli y compañía iban a tardar poco en verle por el retrovisor.
LAS VUELTAS DEL DESTINO
Pero, ilusos, todavía no sabíamos que apenas si habían ocurrido la mitad de los avatares que se congregaban en la pista de Nurburg. El destino juega malas pasadas cuando quiere y como quiere, sin avisar, y cuando Kimi Raikkonen iba a empezar a achuchar a Fernando Alonso, el finlandés comprobaba con impotencia como su cambio dejaba de funcionar y a duras penas ganaba los boxes para aparcar su coche y sus esperanzas de seguir la remontada empezada en las pruebas de Francia y Gran Bretaña.
En la zona media los duelos se sucedían. Coulthard, Fisichella, Kovalainen, Webber y los dos BMW se pasaban y se repasaban, ganaban y perdían puestos en función de sus estrategias y sus pasos por boxes, mientras Hamilton rivalizaba en vueltas rápidas con Massa en pos de su imposible: lograr al menos puntuar.
Faltaban ocho vueltas para el final y Alonso daba por bueno sus ocho puntos del segundo puesto, pese a que en las últimas vueltas había bajado de 8 a 4,5 segundos su desventaja con Massa. En ese momento la dirección de carrera volvió a predecir lluvia en siete minutos... pero en cuatro ya caía agua, otra vez, sobre el "Infierno Verde", dueño de un microclima casi más caprichoso que espectacular.
Kovalainen, que iba quinto, anticipó su entrada a poner neumáticos intermedios y eso le costó unos bonitos puntos. Massa y Alonso esperaron a que empezara a caer el líquido elemento, pero en lo que se tarda en llegar a boxes, Alonso ya le había enjugado toda la diferencia y entraba pegado a su rebufo. En el cambio de ruedas no hubo sorpresas, pero si un susto, ya que Alonso, en su intempestiva salida, a punto estuvo de chocarse con Fisichella, que también había cambiado ruedas.
Así las cosas, quedaban siete vueltas y Alonso tardó media en pegarse a la luz roja del piloto trasero del Ferrari y dos en lograr pasar a un Massa combativo hasta el límite de lo permitido. Durante ésas dos vueltas largas el "meteorito asturiano" le metió el coche al brasileño en todas y cada una de las frenadas del circuito. Felipe cerraba siempre la puerta, más pendiente de cubrir la zona del McLaren que de acelerar. Más de una docena de veces estuvo a punto de empotrarse el de Oviedo con Massa, que no iba a dejar pasar bajo ningún concepto a Fernando.
Se llegaron a tocar incluso dos veces, rodando en paralelo, y el gesto inequívoco de Alonso al bajarse del coche, señalando el "manchurrón" negro que le había dejado en su aletín delantero las gomas de Massa y haciendo que "no" con el dedo, dejaba claro, sin lugar a malentendidos, que Fernando no estaba contento con las maniobras del brasileño, más allá de lo legal.
Pero Alonso le pasó. Simplemente porque es mejor piloto, porque es el campeón, porque tiene más calidad que Massa, porque lleva el número 1 en el monoplaza y porque, aunque no lo necesite, tiene que demostrar al mundo que nadie le va a arrebatar un campeonato sin lucharle. O puede que no fuera por éso. Puede que fuera porque desde pequeñito ha aprendido a ganar, porque como dice su padre "el segundo es el primero de los perdedores", o simplemente porque en cada momento de su vida su máxima aspiración es llegar a lo más alto y ser el número uno sin discusión.
Alonso ganó a lo grande, a lo campeón, como un torbellino que sobrevive al caos, saliendo aún más fortalecido de lo que estaba.
Antes de subir al podio Alonso reprochó con buenas maneras su acción a un Massa, que herido en su orgullo y amor propio, no sólo no aceptó el comentario sino que se rebeló con toquecitos en el hombre que a saber como habrían acabado de no haber cámaras y testigos de por medio. Pero Alonso miró hacia otro lado, campeón hasta para éso, y con "savoir faire" decidió tender la mano a Massa en la rueda de prensa, cosa que este no aceptó. Algo anecdótico después de la claridad de la superioridad del campeón en la pista.
AHORA OTROS SON LOS PRESIONADOS
Fernando Alonso ha recibido un espaldarazo tremendo. Se pone a dos puntos de Hamilton, que tras una gran remontada se quedó a apenas un segundo de la octava plaza de Kovalainen. El británico hizo una gran carrera y estuvo cerca de sumar, pero el hecho es que ve reducida su diferencia en el mundial de 12 a 2 puntos ante un Fernando más crecido que nunca.
También Alonso distancia en diez puntos más a Kimi Raikkonen, que venía lanzado tras sus últimas victorias, y le aleja a 16 puntos. Massa, menos peligroso, está ahora a nueve puntos, aunque su orgullo herido puede resultar preocupante de cara a próximos duelos en pista.
Fernando Alonso ha ganado medio campeonato en el caos de Nurburgring. El asturiano ha demostrado al mundo que cuando más difíciles se ponen las cosas, sólo los mejores sobreviven y demuestran su valía. Como él, como los campeones.
Ahora, a disfrutar durante dos semanas de este buen e intenso sabor de boca, hasta el GP de Hungría, que si es como el del año pasado... yo me sentaba ya en el sillón... para no perdérmelo. ¡Merecerá la espera!